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La diplomacia altiplánica, bien gracias – Winston Estremadoiro / LOS TIEMPOS – 24.6.2011

Viernes, 24 de Junio de 2011

Serán de pesadilla los fariseos pachamamistas que se opusieron al proyecto brasileño. Se habrá perdido la oportunidad de volcar el país hacia el oriente y hacerlo marítimo desde Puerto Linares y Puerto Villarroel hasta Riberalta y Guayaramerín. Y la diplomacia altiplánica, bien gracias, a llorar a Madrid, digo a Santiago.


 

De un cajón de recuerdos tuve que sacar mi disco de 45 rpm con “Pilcomayo”, cueca cantada por Benjo Cruz, y tocarlo en un obsoleto tocadiscos. Si antes me movía el entusiasmo del cantor guerrillero, pataleando con el hermoso “runa simi”  me electrizó pergeñar “estoy cruzando el río Pilcomayo, no voy a beber el agua, con quien sea que estés, no me vas a olvidar, palomita querida”, de algún valluno que quizá partía a torear la muerte en las ofensivas frontales en Nanawa.

 

Fue la situación actual de ese río boliviano, paraguayo y argentino, que disparó mi reflexión sobre la hambruna de los Weenhayek chaqueños, ahora que los sábalos pescados serán decenas en vez de miles. Engrosarán los espectros “originarios” que piden limosna en las esquinas urbanas. Quizá los vecinos del sudeste se cansaron de la desidia boliviana que envenenaba a su gente, al comer pescado contaminado por deslaves tóxicos de 46 ingenios mineros, aguas arriba del Pilcomayo: poco importó que sus dragados y represas de riego cortaran el ciclo anual de los sábalos, de migrar y desovar en cabeceras bolivianas. Otro río internacional intervenido. La diplomacia altiplánica, bien gracias.

 

Tal vez la diplomacia altiplánica, bien gracias, andaba ocupada entonces mendigando un corredor marítimo a un país vecino que sólo sabe de fuerza para imponer su razón. Por eso sentí escepticismo al ver la foto de excancilleres, quizá algunos medrosos, otros con rabia del tarde, mal y nunca con que se encara el acceso al Pacífico, a menos que deseen pinchar el siempre doloroso nervio de la patriotería. Se unió a la suspicacia que me inundó cuando contemplé la pose de los expresidentes convocados a plegarse a la fanfarria gubernamental para tapar el fiasco de la política del arrumaco con Chile. ¡La mayoría de ellos están amenazados, cuando no procesados, por un Gobierno que ha hecho del acoso judicial su mejor arma!

 

Un contrasentido del centralismo secante del occidente boliviano es la necedad de una política pendular respecto a Chile y Perú, protagonistas reales de la Guerra del Pacífico. ¡Si medio siglo más tarde, en 1929, se coludieron en poner uno el candado, y el otro guardar la llave del acceso al mar a terceros –Bolivia– y tal vez los marcianos! La diplomacia altiplánica, bien gracias.

 

Si en 1879 nuestro país pagó la desidia marítima con su rico Litoral, en 1868 ya había desdeñado el acceso al Amazonas y el Atlántico en las cesiones de Melgarejo al Brasil. Lo rescatable de esa pérdida fue la concesión de un puerto en Porto Velho, dada la miopía occidental boliviana para exigir acceso allende las cachuelas, por la ribera norte del río Madera. La diplomacia altiplánica, bien gracias.

 

En 1903 vendieron el Acre a Brasil por un par de millones de libras esterlinas y un ferrocarril que sortease las cachuelas y llegase al mar por Riberalta. Conocí los terraplenes ferrocarrileros que llegaban hasta La Cumbre, y mi pueblo natal tiene una de las avenidas más anchas por donde debía llegar el tren. Hoy no hay “chú-chú”, ni puente sobre el Madera: desde 1958, los recursos migraron al ferrocarril Corumbá-Santa Cruz. La diplomacia altiplánica, bien gracias.

 

A fines del siglo 19, un visionario cruceño fundó Puerto Pacheco –y al Presidente Pacheco poco le importó– en uno de los pocos lomeríos aptos para un puerto sobre el anegadizo río Paraguay. En tiempos en que la Armada boliviana no tenía una chalupa, una cañonera paraguaya tomó presos a los bolivianos y se los llevó a Asunción. La diplomacia altiplánica, bien gracias.

 

Penoso entonces el blablá de Evo Morales de que el origen de la Guerra del Chaco fue un conflicto de interés de transnacionales, si también en 1928 los paraguayos atacaron el fortín Vanguardia, en el alto río Paraguay, ninguna zona petrolera. Se aceptó volver al statu quo previo al atropello, eludiendo el meollo: la postura asuncena de que Bolivia no tenía acceso al mar por el río Paraguay. La diplomacia altiplánica, bien gracias.

 

Cuando una sucesión de ilusa insubordinación y subsiguiente toma y daca prendió el fuego de la conflagración del Chaco, la miopía altiplánica se mostraba en que no había ni un camino decente al oriente, y menos al sudeste desde la punta de riel del ferrocarril en Villazón. Perdimos la guerra con el entonces país más pobre de Sudamérica, que recuperó dos tercios del territorio que pretendía. Bolivia le arrebató el cetro del más miserable. Eso sí, dicen los necios, salvamos el petróleo y el acceso al río Paraguay por el pantanal de la Punta Man Césped. La diplomacia altiplánica, bien gracias.

 

Por todo eso me laceraron el reportaje y las fotografías sobre la hidroeléctrica de Santo Antonio, obra colosal para aprovechar el choque orogénico de los Andes con el macizo brasileño. Con tres turnos de trabajo y luces que hacen días de las noches, la hidroeléctrica estará terminada un año antes de lo previsto. Aparte de contemplar una en Cachuela Esperanza y otra binacional, las represas de Santo Antonio y Jiraú de inicio fueron concebidas con esclusas paralelas que darían a Bolivia acceso al Atlántico por el mayor afluente del río-mar, el río Madera.

 

Serán de pesadilla los fariseos pachamamistas que se opusieron al proyecto brasileño. Se habrá perdido la oportunidad de volcar el país hacia el oriente y hacerlo marítimo desde Puerto Linares y Puerto Villarroel hasta Riberalta y Guayaramerín. Y la diplomacia altiplánica, bien gracias, a llorar a Madrid, digo a Santiago.

El autor es antropólogo

 

www.winstonestremadoiro.com

 

winstonest@yahoo.com.mx

Fuente: http://www.lostiempos.com/diario/opiniones/columnistas/20110624/la-diplomacia-altiplanica-bien-gracias_131042_265208.html

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