Bolivia, turismo “de aventura” – LOS TIEMPOS OH! – 5.9.2010
DESAFÍO | Bolivia es uno de los países con más atractivos turísticos, sin embargo también es uno de los más conflictivos. Para aquellos que apuestan al turismo, los problemas sociales, de infraestructura e inseguridad, son factores en contra. No es sencillo ser turista en Bolivia.
La española Inés Castillo, de 27 años, llegó a La Paz por tierra luego de conocer varios sitios en Perú. Hizo su viaje en función a las recomendaciones de amigos que ya habían viajado a Bolivia, pero como ella misma dice, ningún aviso te pone en alerta sobre lo que puede encontrarse en el país, desde lugares impresionantes como el Lago Titicaca, el Salar de Uyuni o Samaipata, último sitio de su recorrido ya que su avión de regreso partía desde Santa Cruz, hasta baños improvisados detrás de la rueda de un camión, en medio del gélido altiplano.
“Ha sido una experiencia muy especial, sobre todo porque viajé sola y aunque siempre he estado acostumbrada a hacerlo así, esta vez fue diferente”, cuenta Inés. Su odisea empezó en el Desaguadero, cuando tuvo problemas con el pasaporte que no tenía el sello correcto según los policías bolivianos, por lo que tuvo que hacer un “aporte extraordinario” de 20 dólares para que la dejaran pasar la frontera.
Luego supo que no era la única que tuvo que hacer este pago.
“Cuando me enteré que era ilegal lo que me habían pedido, quise llegar y hacer una denuncia, pero no había manera porque no me acordaba ni siquiera el nombre del funcionario que me cobró, así que lo pasé por alto.”
Su llegada a La Paz la impresionó no sólo por el espectáculo mágico que brinda la ciudad a los viajeros que descienden desde El Alto, sino porque llevaba consigo una serie de recomendaciones que los mismos pasajeros bolivianos le habían dado durante su viaje. “Tuve muchísimo cuidado de no subir a cualquiera de los taxis que me ofrecían en la puerta de la terminal de buses, estuve pendiente todo el tiempo de mi equipaje y preferí llamar al hostal donde tenía la reserva para que me envíen un transporte, me salió más caro, pero estaba segura de que era mejor gastar un poco más por mi seguridad”.
Inés tomó esta previsión porque ya había escuchado y leído los comentarios de algunos turistas que habían sufrido secuestros express al llegar a La Paz, “a una amiga mía y a su pareja, un hombre vestido de Policía les mostró una credencial falsa, que ellos tomaron como verdadera. Los obligaron a subir a un automóvil, donde a golpes les forzaron a revelar el número de sus tarjetas de crédito y les robaron todo su dinero, además de la cámara de fotos”, cuenta la muchacha.
Luego de tres días en La Paz y de haber conocido lo más importante de la ciudad, Inés se dirigió a Sucre, para luego llegar a Potosí y visitar el Salar de Uyuni. “Me impresionó el estado de los buses, yo cometí el e-rror de querer viajar en uno de los más económicos y me arrepiento. El bus no tenía baños, los asientos estaban en mal estado y no se reclinaban y cuando parábamos en un pueblo cercano, para que el chofer y los pasajeros pudiéramos comer algo, el baño era un desastre. La verdad preferí no usarlo, y eso que cobraban por él. Fue una experiencia muy desagradable.”
Tampoco fue agradable su visita al Salar. “La gente no es amable en ese lugar, a excepción de unos pocos, los demás sólo querían ver la forma de sacarme dinero, incluso cuando tomaba fotos en el pueblo se me acercó un hombre que me dijo que pertenecía a la Alcaldía del lugar y que debía pagar por cada foto que tomaba. Le pedí una credencial pero no tenía nada, sin embargo, su actitud hostil me convenció de no sacar más fotos mientras él estuviera por ahí”. Inés también se queja de la comida, la que le pareció cara y mal servida, “sin embargo luego me encontré con un grupo de españoles que me indicaron los mejores lugares para comer, sin tener que pagar mucho, pero fue una información que no me dieron en el servicio turístico, lo mismo me pasó con el alojamiento”. Otra impresión de este viaje, entre la lista de cosas malas, está la basura que se amontona en el lugar y el triste espectáculo de botellas y bolsas de plástico que se encuentran en los costados del camino hacia el Salar. “Pero volvería, sin pensarlo dos veces, sobre todo por la gente, me pareció encantadora, y estoy segura de que hay más por conocer”.
Sin embargo, como muchos otros turistas, Inés lleva latente el recuerdo de los ciudadanos austriacos, que fueron secuestrados y asesinados en 2006. Katharina Koller, de 25 años, y Peter Kirsten Rabitsch, de 28, habían llegado a Bolivia el 24 de enero de ese año y desaparecieron a los dos días. Sus cuerpos se encontraron varios meses después enterrados en un cementerio clandestino. Se arrestó a una banda acusada de secuestrar turistas, pero el rumor de lo ocurrido repercutió en Internet y fue negativo para la imagen del país. Una página al respecto ha sido creada en memoria de los jóvenes, (www.katharinaandpeter.info)
“Algunos de mis amigos se desanimaron de llegar hasta Bolivia y se quedaron en Perú, pero para mí ese país es más peligroso, hay más delincuencia. En Bolivia, si se toman las previsiones y se conocen los riesgos, no hay problema. Yo voy a volver”, dice Inés.
SIN RETORNO
El que no volverá jamás es Jaime Plaza, chileno de 42 años, que quedó atrapado en Potosí junto a su novia, también chilena, durante los pasados bloqueos. Como Inés llegaron primero a La Paz, pero en avión. Tenían cronometrado perfectamente los días para conocer las Misiones, el Salar, el Madidi, pero empezaron por el Salar y esto destrozó sus planes. “Pensamos que iban a ser un par de días de conflicto, pero al final nos gastamos casi todo nuestro dinero en los 19 días que estuvimos atrapados en Potosí, llegamos a pagar 30 bolivianos por una sopa de arroz, no había nada que comprar para comer, no teníamos nada que hacer, todo estaba cerrado, fue realmente la peor experiencia de mi vida”, cuenta el turista en la sala de espera del aeropuerto de El Alto.
En los recientes conflictos ocurridos en Potosí, alrededor de 25.000 turistas cancelaron su visita a este departamento y por ende a otros atractivos del país. De acuerdo a las estadísticas últimas del Viceministerio del ramo, 500.000 turistas aproximadamente llegan al país cada año. Sin embargo, los recientes conflictos políticos han disminuido en gran parte ese flujo y son varios países, sobre todo, Estados Unidos y algunos europeos, los que aconsejan a sus habitantes no viajar hacia Bolivia. Las zonas más visitadas continúan siendo Rurrenabaque, el Madidi y alrededores, seguidas de el Salar de Uyuni, las Misiones y el Lago Titicaca.
NEGOCIO “TRUCHO”
Además de la inseguridad, también existe el problema de las agencias de turismo ilegales. De acuerdo a informes de la Asociación Boliviana de Agencias de Viajes y Turismo, al menos 20 agencias ilegales de turismo receptivo operan en el país. En La Paz, la calle Sagárnaga y alrededores, acogen a varias de ellas. Estas agencias “truchas” no tienen la garantía otorgada por las asociaciones del rubro y evaden el control de las direcciones de Turismo departamentales.
Pam y Joe Stevenson decidieron llegar a Bolivia justamente porque no gustan del turismo “comercial” de otros países, así que se lanzaron a la aventura armados solamente de algunas referencias. Cuando llegaron a La Paz, como comienzo de su viaje dentro del país, fueron directamente a la calle Linares donde ubicaron una agencia de turismo que ofrecía viajes a Los Yungas, haciendo el llamado “camino de la muerte”, la vieja ruta a Coroico, en bicicleta. Decididos, los dos compraron un paquete que incluía las bicicletas, el equipo, un guía, la alimentación y el transporte de regreso, el precio les pareció una ganga comparado a las otras agencias que parecían “más serias”. “Seguramente lo eran, porque los 50 dólares que pagamos primero fueron aumentando de 10 en 10 de acuerdo a lo que avanzaba el viaje y después que no incluía cosas básicas como el seguro médico. Yo me caí y me tuvieron que hacer puntos en un brazo, nada de eso lo pagó esa empresa.”, cuenta Pam. Aunque acota que la experiencia en sí fue maravillosa y que no dudaría en repetirla, “pero con una agencia responsable”.
La ABAVYT (Asociación Boliviana de Agencias de Viajes y Turismo) aglutina a 165 firmas en Bolivia, de las cuales 51 están en La Paz. Tiene una lista de más de 20 agencias “oficialmente” ilegales que son un riesgo para los turistas porque venden boletos que no tienen la fecha exacta o que ocasionan que los viajeros sufran contratiempos. La paradoja es que son agencias que al no estar registradas no pueden ser normadas por ABAVYT, siendo responsabilidad del Estado su clausura y control, lo que no sucede con la efectividad necesaria.
Pam, Inés y Jaime son turistas que si bien tuvieron experiencias distintas en el país, no siempre agradables, han podido apreciar la belleza de sus atractivos. Aunque Bolivia todavía es considerado seguro en comparación con otros países, cada país tiene sus propios delincuentes.
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